El hombre a lo
largo de la historia fue, y lo sigue siendo, protagonista de infinitos cambios…
cambios que lo ayudaron a subsistir y a descubrir nuevas etapas de la vida.
A partir del descubrimiento del fuego
como “abrigo” del frío, todo fue mutando; desde el lenguaje, la comunicación,
la sociabilidad hasta la interacción entre el ser humano y el ambiente. Desde
esas transformaciones, el hombre se vio involucrado hasta invadido por sus
propios conocimientos.
Actualmente, nos encontramos
frente a la llamada “era de
conocimiento”, la cual se caracteriza por sus dos fuertes e incondicionales
compañías: la ciencia y la tecnología. Estas dos últimas variables, determinan
al mundo, tanto, a sus efectos positivos como negativos.
A lo que se refiere a efectos
positivos, podemos dar como ejemplo, los excelentes y extraordinarios avances científicos
para un bienestar saludable, o bien, para luchar contra alguna enfermedad. Por
el contrario, no todos manifiestan las mismas conductas, por ejemplo, frente a
la naturaleza: la sobrepesca, la caza prohibida y la desaparición total de un
determinado bosque. Son sinónimo de una conciencia poco responsable.
Más allá de todo,
gracias al acceso al conocimiento, podemos emplear técnicas adecuadas de
explotación racional que, si bien transforman el ambiente natural, no lo dañan
irremediablemente. Un “granito de arena” cada día hace que nuestro futuro sea
mejor.
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